Estaciones de la Cruz
De los escritos de Luisa Piccarreta
La Pequeña Hija de la Divina Voluntad
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh Madre mía María, al mirar el Rostro de Jesús Doloroso, pálido, triste, desgarrador, despierta en Ti el recuerdo de los Dolores que está a punto de sufrir. Ves Su Rostro cubierto de saliva y lo Bendices, Su Cabeza traspasada por las espinas, Sus Ojos cegados, Su Cuerpo torturado por los azotes, Sus Manos y Pies traspasados por los clavos; y dondequiera que Él esté por ir, Tú le sigues con Tus Bendiciones. Y yo también lo seguiré junto contigo. Cuando Jesús sea golpeado por los azotes, coronado de espinas, abofeteado, traspasado por los clavos, en todas partes encontrará mi “te bendigo” junto al tuyo.
Y ahora, oh Jesús mío, deja que mi pobre corazón saque Vida de Tu Corazón, para que viva sólo con Tu Corazón; y en cada ofensa que recibas, déjame estar siempre dispuesto a ofrecerte un alivio, un consuelo, una reparación, un acto de amor, nunca interrumpido.
Te seguiré en todo, para hacerte fiel compañía.
Bien afligido mío, te ofrezco este viacrucis en memoria de tu Pasión y Muerte, para desarmar la Justa Ira de Dios por tantos pecados, por el Triunfo de la Santa Iglesia, por la Conversión de todos los pecadores, por la Paz. entre los pueblos, especialmente nuestra patria, por nuestra Santificación, en Sufragio por las almas purgadoras, para que Tu Reino venga Pronto, y sea Conocido, Amado y Poseído por las generaciones humanas.
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
Sin saber qué más hacer, por temor a ser depuesto, Pilato hace traerle un balde de agua y, lavándose las manos, dice: “No soy responsable de la sangre de este Justo”. Y te condena a muerte.
Pero los judíos claman: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!" Y al verte condenado, hacen fiesta, aplauden, silban y gritan; mientras Tú, oh Jesús, reparas por aquellos que, encontrándose en altos cargos, por vano temor y para no perder sus puestos, quebrantan las Sacratísimas Leyes, sin importarles la ruina de pueblos enteros, favoreciendo el mal y condenando el inocente. Reparas también por aquellos que, después del pecado, provocan la Ira Divina para castigarlos.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús es hecho para llevar su cruz
Dejaste que la Cruz fuera puesta sobre Tus Santísimos Hombros. Ah, Jesús mío, la Cruz es demasiado ligera para Tu Amor, pero el peso de nuestros pecados se une al de la Cruz, enorme e inmenso, como la extensión de los Cielos. Y Tú, bien cansado mío, te sientes aplastado bajo el peso de tantos pecados. Tu Alma se horroriza al verlos y siente el dolor de cada pecado. Tu Santidad queda estremecida ante tanta fealdad, y mientras la Cruz pesa sobre Tus Hombros, Tambaleas, Jadeas y un sudor mortal se desliza por Tu Santísima Humanidad. Oh, por favor, te lo ruego, Amor mío, no tengo corazón para dejarte solo, quiero compartir contigo el peso de la Cruz; y para aliviarte del peso de los pecados, me aferro a Tus Pies. Quiero darte, en nombre de todas las criaturas, Amor por los que no Te aman, Alabanzas por los que Te desprecian, Bendiciones, Gracias, Obediencia por todos. Prometo que en cualquier ofensa que recibas, pretendo ofrecerte todo de mí en Reparación, hacer los actos contrarios a las ofensas que te hacen las criaturas y consolarte con mis besos y continuos actos de Amor. Pero veo que soy demasiado miserable; Necesito que Tú puedas realmente Repararte. Por eso me uno a Tu Santísima Humanidad, y junto a Ti uno mis pensamientos a los Tuyos para Reparar los malos pensamientos, míos y de todos; mis ojos a los tuyos, para reparar las miradas malignas; mi boca a la Tuya, para Reparar por las blasfemias y los malos discursos; mi corazón al Tuyo, para Reparar por las malas tendencias, deseos y afectos. En una palabra, quiero Reparar todo lo que Tu Santísima Humanidad Repara, uniéndome a la Inmensidad de Tu Amor por todos y al Inmenso Bien que Tú haces a todos.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez
Paciente mío Jesús, te veo dar los primeros pasos bajo el enorme peso de la Cruz y uno mis pasos a los tuyos, y cuando Tú, débil, desangrado y tambaleante, estés a punto de caer, estaré a tu lado para sostenerte; Pondré mis hombros debajo de Ella, para compartir Su peso contigo. No me desprecies, sino acéptame como Tu fiel compañero. Oh Jesús, Tú me miras y veo que Tú reparas por aquellos que no cargan con resignación sus cruces, sino que juran, se irritan, se suicidan y asesinan. Y por todos Impedes Amor y Resignación a sus cruces. Pero Vuestro Dolor es tal que os sentís aplastados bajo la Cruz. Has dado sólo los primeros pasos y ya caes bajo Él.
Amor mío caído, déjame ayudarte a levantarte, déjame besarte, secar Tu Sangre y reparar junto a Ti por aquellos que pecan por ignorancia, fragilidad y debilidad. Te ruego que des ayuda a estas almas.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Santísima Madre
Tu Mamá, que como paloma gimiente te busca, quiere decirte una última palabra y recibir Tu última mirada; y Sientes Sus dolores, Su Corazón lacerado en el Tuyo, y conmovido y herido por Su Amor y por el Tuyo. La notas ahora abriéndose camino entre la multitud, queriendo a toda costa verte, abrazarte, darte el último adiós. Pero más te quedas paralizada al ver su palidez mortal y todos tus dolores reproducidos en Ella a fuerza de amor. Si Ella vive, es sólo por un milagro de Tu Omnipotencia. ¡Ahora avanzas Tus pasos hacia los de Ella, pero apenas puedes intercambiar una mirada !
¡Oh dolor de Tus dos Corazones! Los soldados se dan cuenta y a golpes y empujones impiden que mamá e hijo se despidan por última vez. El tormento de ambos es tal, que Vuestra Mamá queda petrificada por el dolor, y está a punto de morir.
Jesús mío sufriente, yo también me uno a la Mamá traspasada. Hago míos todos Tus Dolores, y cada Gota de Tu Sangre; en cada Llaga quiero hacer de mamá para Ti, y junto con Ella, y contigo, reparo por todos los encuentros peligrosos, y por aquellos que se exponen a ocasiones de pecado, o, obligados por la necesidad a exponerse, permanecer enredado en el pecado.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
QUINTA ESTACIÓN
Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Tus enemigos, por miedo a que mueras bajo Ella, obligan al Cireneo a ayudarte a llevar la Cruz. Sin querer y quejándose, te ayuda, no por amor, sino por la fuerza. Entonces todas las quejas de los que sufren, la falta de resignación, las rebeliones, los enojos y el desprecio en el sufrimiento, resuenan en Tu Corazón. Pero Tú quedas aún más traspasada al ver que se te escapan las almas Consagradas a Ti, a quienes llamas para ser tu ayuda y compañeras en Tu sufrimiento; y si los abrazas contra Ti a través del sufrimiento, ¡ah, se escapan de Tus brazos para buscar placeres, y así Te dejan solo, sufriendo!
Jesús mío, mientras Reparo Contigo, te pido que me sostengas en Tus Brazos, pero tan fuerte que no haya dolor que Tú sufras en el que Yo no participe, para ser Transformado en ellos y compensar el abandono de todas las criaturas.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
SEXTA ESTACIÓN
Verónica limpia el rostro de Jesús
Jesús mío, vencido por el cansancio, todo encorvado, apenas puedes caminar; pero veo que te detienes y tratas de mirar. Corazón mío, ¿qué es? ¿Qué estás buscando? Ah, es Verónica, que, intrépida y valiente, con un paño seca Tu Rostro todo cubierto de Sangre, y Dejas Tu Rostro impreso en él, en señal de Gratitud. Jesús generoso mío, también yo quiero secarte, pero no con un paño; Quiero exponerme todo para Aliviarte, quiero entrar en Tu interior y darte, oh Jesús, latido por latido, aliento por aliento, cariño por cariño, deseo por deseo. Pretendo sumergirme en Tu Santísima Inteligencia, y haciendo fluir todos estos Latidos, Respiros, Afectos y Deseos en la Inmensidad de Tu Voluntad, pretendo multiplicarlos hasta el Infinito. Quiero, oh Jesús mío, formar ondas de Latidos, para que ningún latido malo resuene en Tu Corazón, y así calmar todas Tus amarguras interiores. Pretendo formar oleadas de Afectos y Deseos para desechar todos los malos afectos y deseos que puedan, aunque sea levemente, entristecer Tu Corazón. Es más, oh Jesús mío, pretendo formar ondas de Alientos y de Pensamientos, para desechar cualquier aliento o pensamiento que pueda desagradarte levemente. Estaré en guardia, oh Jesús, para que nada más te aflija, añadiendo más amargura a tus dolores interiores. Oh Jesús mío, oh por favor, deja que todo mi interior nade en la Inmensidad Tuya; así podré encontrar suficiente Amor y Voluntad, para que ningún mal amor entre en Tu interior, ni una voluntad que Te desagrade.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez
Mientras tanto, Tú gimes, caído bajo la Cruz. Los soldados temen que mueras bajo el peso de tantos martirios y por el derramamiento de tanta Sangre. A pesar de ello, a golpes y patadas, con dificultad, consiguen ponerte de nuevo en pie. Por eso Reparas por las repetidas caídas en el pecado, por los pecados mortales cometidos por toda clase de personas, y Oras por los pecadores obstinados, derramando lágrimas de Sangre por su conversión.
La Cruz, con Su gran peso, se hunde en Tu Hombro, hasta formar una Herida tan profunda que los huesos quedan expuestos. Y a cada paso, parece que te mueres y no puedes avanzar más. Pero Tu Amor, que todo lo puede, Te da Fuerza, y al sentir la Cruz penetrar en Tu Hombro, Reparas los pecados ocultos; aquellos que, al no ser reparados, aumentan la amargura de tus espasmos. Jesús mío, déjame poner mi hombro bajo la Cruz para Aliviarte y Reparar Contigo por todos los pecados ocultos.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús habla a las mujeres de Jerusalén
Mientras tanto, los enemigos, desaprobando este acto de Verónica, ¡te azotan, te empujan y te empujan en el camino! Unos cuantos pasos más y te detienes de nuevo. Aún bajo el peso de tanto sufrimiento, Tu Amor no cesa, y al ver a las piadosas mujeres llorar por Tus Dolores, Te olvidas de Ti y las consuelas, diciéndoles: Hijas, no lloréis por Mis Dolores, sino por vuestros pecados. y sobre tus hijos”. ¡Qué enseñanza tan sublime! ¡Cuán Dulce es Tu Palabra! Oh Jesús, contigo reparo la falta de Caridad, y te pido la Gracia de hacerme olvidarme de mí mismo, para recordarme sólo de Ti.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez
Al oírte hablar, tus enemigos se enfurecen, te tiran de las cuerdas y te empujan con tal furia que te hacen caer. ¡Al caer, chocas contra las piedras, el peso de la Cruz te aplasta y sientes que mueres! Déjame sostenerte y proteger con mis manos tu santísima faz. Te veo tocar el suelo y jadear en Tu Sangre. Pero tus enemigos quieren hacerte permanecer firme; Te tiran de las cuerdas, te levantan de los cabellos, te patean, pero todo es en vano. ¡Te estás muriendo, Jesús mío! ¡Qué dolor! ¡Mi corazón se rompe de pena! Y casi arrastrándote, te llevan hasta el monte Calvario. Mientras Te arrastran, te escucho reparar por todas las ofensas de las almas Consagradas a Ti, que pesan tanto sobre Ti que, por más que intentas sostenerte, ¡no puedes! Y así, arrastrado y pisoteado, llegas al Calvario, dejando tras de Ti la huella roja de tu Preciosa Sangre.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz
Muerto Jesús mío, veo que tus discípulos se apresuran a deponerte de la Cruz. José y Nicodemo, que hasta ahora han permanecido escondidos, con valentía y sin temer nada, quieren darte ahora un Honorable Entierro. Y así toman martillos y tenazas, para realizar el sagrado y triste desclavado de la Cruz, mientras Tu Mamá traspasada extiende sus brazos maternales para recibirte en su regazo.
Jesús mío, mientras te desclavan, yo también quiero ayudar a tus discípulos a sostener tu santísimo cuerpo; y con los clavos que te quiten, fíjame completamente a Ti. Y con Tu Santísima Madre quiero Adorarte y Besarte, para luego encerrarme en Tu Corazón, para no volver a irme.
Y ahora, mi Bien Crucificado, en nombre de todas las generaciones pasadas, presentes y futuras, junto con tu Mamá y con todos los Ángeles, me postro ante Ti y te digo: Te adoramos, oh Cristo, y te Bendito seas, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.
La pasión de Cristo
Álbum de la banda sonora de John Debney
audiomáquina
Prólogo Nacimiento
Estaciones de la Cruz Arte de la Iglesia de Notre-Dame-des-Champs, Avranches, Manche, Normandie, Francia. Catorce pinturas en esmalte, técnica de Limoges, que representan el Vía Crucis